Ciudad de México, 4 ene (EFE).- En los primeros días del año, México, último país de tránsito en el camino de los migrantes hacia Estados Unidos, ha registrado una multitudinaria caravana en el sur y el secuestro de 32 migrantes en el norte, muestra de que la dramática crisis no tiene perspectivas de mejorar en 2024.
Aunque los migrantes secuestrados cerca de Matamoros, en el estado norteño de Tamaulipas, fueron liberados este miércoles tras permanecer retenidos desde el sábado, no ha habido detenidos, lo que demuestra la dificultad de las autoridades mexicanas para controlar el poder de las organizaciones de tráfico de personas en la región fronteriza.
“No fueron rescatados, los dejaron libres. Sí, fue una serie de factores, primero esto que les estoy diciendo, que se intervino pronto, todas las autoridades, que es muy buena la autoridad, el gobernador de Tamaulipas (Américo Villarreal)”, reconoció el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, este jueves en su conferencia matutina.
López Obrador aclaró que la investigación continúa y subrayó que el móvil del crimen fue para extorsionar a los familiares de los migrantes, la mayoría de los cuales eran venezolanos, aunque también había colombianos y hondureños.
“Eran 31 y una niña de un año, y ya les están tomando declaraciones. Parece que no (había mexicanos), que los soltaron a los mexicanos, y era por el cobro, por extorsión, a familiares en Estados Unidos”, detalló.
Las autoridades conocieron del hecho el 30 de diciembre, cuando hombres armados con pasamontañas interceptaron un autobús de 36 pasajeros que iba de la norteña ciudad de Monterrey a Matamoros, fronteriza con Brownsville (Texas), según expuso el miércoles la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez.
“No confiamos en Migración”
Por su parte, la primera caravana migratoria del año se disolvió este martes tras haber avanzado unos 105 kilómetros y entregarse a los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) en el municipio de Mapastepec, estado de Chiapas (frontera sur de México), pero el flujo migratorio no cesa y se encuentra en máximos históricos.
Uno de los migrantes de Honduras, William Adalí Romeo Pérez, aceptó la propuesta de los funcionarios mexicanos porque realizarán el proceso formal, sin embargo, rechazó que estén entregándose a las autoridades migratorias.
“Voy por mi familia, por eso lo hago, pero aquí nadie se está entregando, voy con mi hijo, mi esposa y dos niñas, no confiamos en Migración sino en Dios, ya están cansados los niños y ya no podemos seguir caminando”, expuso a EFE.
La caravana de miles de migrantes, de más de 20 nacionalidades, partió de la frontera sur de México en Nochebuena como la más numerosa de 2023.
El año pasado se registraron cifras históricas de personas que buscan entrar a Estados Unidos en la frontera con México, donde la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense (CBP, en inglés) confirmó la semana pasada la llegada de más de 2,2 millones de migrantes de enero a noviembre.
Ciudad de Juárez se prepara para una nueva ola
En Ciudad Juárez, uno de los epicentros del drama migratorio entre México y Estados Unidos, Ismael Martínez, director del comedor y albergue Pan de Vida, explicó a EFE que hace una semana y media tenían 130 migrantes y ahora solo tienen 28 porque en Estados Unidos los “están procesando muy rápido”.
Pero consideró que las caravanas que vienen del sur y las nuevas leyes de Texas generarán de nuevo un embudo en ciudades como Juárez.
El gobernador de Texas, Gregg Abbott, firmó el mes pasado una ley que permitirá al estado detener a los migrantes y expulsarlos, así como encarcelar a reincidentes y traficantes de personas.
“Con la ley que va a poner el gobernador de Texas se va a complicar más porque, aparte de que no los van a dejar entrar, si intentan ingresar van a retornarlos y hasta la cárcel”, indicó Martínez.