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Campanella se refugia en el teatro ante un cine moribundo por las plataformas

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Miami, 25 ene (EFE).- El cineasta argentino Juan José Campanella, ganador de un Oscar en 2010, no ha dicho adiós definitivamente al cine, pero ha buscado refugio en el teatro y su “magia” a prueba de plataformas, a las que acusa de “matar” al séptimo arte.

El director de cine Juan José Campanella habla con los periodistas a su llegada a la inauguración de la quinta edición del Iberoamerican Film Festival de Miami (IAFFM) ayer, en Miami (EEUU). EFE/ Giorgio Viera

En una entrevista con EFE en Miami, donde este miércoles recibirá un homenaje del Ibero American Film Festival (IAFFM), Campanella confiesa que ya no ve películas y, cuando le preguntan por sus proyectos, responde que está escribiendo una obra teatral.

“A mí me gustaba ir al cine en la sala oscura, con la pantalla que me domina y otras 300 personas que se están riendo al mismo tiempo”, dice con tristeza.

Las salas vacías no le gustan a este ganador del Óscar a mejor película internacional con “El secreto de sus ojos” en 2010, pero, por el contrario, le entusiasman los teatros llenos, como el Politeama, que construyó de cero junto a sus socios en la calle Corrientes, el Broadway de Buenos Aires y de América Latina.

“Históricamente a mí el teatro me gustó mucho. Yo viví 20 años en Nueva York e iba muchísimo al teatro, no solamente en Broadway sino al off y al off off (salas alternativas)”, dice.

LA TRISTEZA DE LOS CINES VACÍOS

De regreso a Argentina, en la década de 1980, también hizo algunas cosas en teatro. “Luego -agrega- la vida me fue llevando al cine y lo olvidé (al teatro), digamos, como realizador, pero nunca como espectador”.

Hasta que después de su película de animación “Metegol” (2013), Campanella se planteó que “quería hacer algo en teatro, volver a la fuente” y estrenó en 2013 “Parque Lezama”, una adaptación que hizo de una comedia en inglés y que diez años después triunfa en una nueva puesta en escena en el teatro Politeama con Luis Brandoni y Eduardo Blanco como protagonistas.

“No solamente fue un gran éxito (…) a mí me despertó una pasión muy grande, porque pasa algo muy mágico en el teatro, cada función es única, puede pasar cualquier cosa, hay suspense”, asegura.

Ahora su pasión por la escena se ha visto reforzada por su disgusto con lo que está pasando con el cine, de lo que culpa directamente al modelo de negocio de las plataformas audiovisuales.

“Empezaron a perderse las audiencias del cine, que es un tema que a mí me preocupa muchísimo, porque a mí me gusta trabajar para la audiencia, pero también con la audiencia”, subraya.

CINE VERSUS CINE VISTO EN TELEVISIÓN

El director de “El hijo de la novia” y “Luna de Avellaneda”, entre otras películas, cree que las plataformas “han sido realmente revolucionarias y muy beneficiosas para lo que es la experiencia de la televisión, pero su modelo de negocio conspira contra el cine, porque prácticamente no lo considera como parte de la cosa”.

A su juicio, “estrenan solamente en salas para ganar algún premio, para poder calificar para los premios. Y, bueno, es muy difícil que la audiencia vaya a ver algo que sabe que dentro de dos semanas va a tener en su televisor”.

Por eso, está refugiado y “contento” en el teatro, un terreno seguro para él, pues no cree que vaya a surgir algo similar a Netflix, Hulu o Amazon para la escena.

“El teatro grabado -dice- te parece cartón pintado. La magia se rompe, la convención se rompe y empieza a parecer todo exagerado y falso”.

El impacto de las plataformas en el séptimo arte no solo se traduce en la pérdida de público en las salas, dice.

“La emoción no es la misma en un cine en pantalla grande que en la televisión. El humor, la risa, no son las mismas. La prueba está en que se han dejado de hacer comedias. Ya no se hacen comedias en el cine”, subraya un director que precisamente ama ese género.

No obstante, responde que no cuando se le pregunta si los amantes del cine pueden ir despidiéndose de ver películas nuevas de Campanella. “Mira, siempre cabe la posibilidad de que la cosa se revierta”, subraya.

Campanella se alegra “mucho” de la nominación de “Argentina, 1985”, de Santiago Mitre, al Óscar a mejor película internacional, pero lamenta el poco tiempo que ha permanecido en la cartelera cinematográfica.

Confía en que se reponga en algunas salas gracias a la posibilidad de ganar el Óscar, pero no sabe si los que quieran verla, elegirán ir al cine o abonarse a Amazon.

Y le parece “un pecado” que la película alemana “All Quiet on the Western Front”, de Edward Berger, que considera una “obra maestra” y también está nominada al Óscar internacional, prácticamente no haya pasado por los cines.

Campanella apunta que otra desventaja de esta manera de ver cine es que ya no se crean estrellas. “Ya no, no hay. No hay estrellas prácticamente porque a pantalla chica, estrella chica y a pantalla grande, estrella grande”.

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