Asheville (EE.UU.), 2 oct (EFE).- El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la vicepresidenta, Kamala Harris, visitaron este miércoles Carolina del Sur, Carolina del Norte y Georgia para evaluar la devastación causada por el huracán Helene en el sureste del país, que ha dejado más de 160 muertos.
Biden aterrizó por la tarde en Greer (Carolina del Sur), donde abrazó y estrechó la mano de Esther Manheimer, la alcaldesa de Asheville, en el oeste de Carolina del Norte y una de las localidades más afectadas por el huracán que la ha dejado sumergida en lodo.
Tras el recibimiento en el aeropuerto, Biden abordó un helicóptero para realizar un recorrido con el que sobrevoló el centro de Asheville, donde pudo ver edificios derribados y los esqueletos de estructuras ahora destrozadas, así como árboles derribados.
En el cercano pueblo de Chimney Rock, Biden constató cómo el agua de un lago próximo se había vuelto de color marrón oscuro y observó viviendas aún parcialmente sumergidas. En las zonas más afectadas, la inundación era tan severa que resultaba casi imposible distinguir dónde terminaba el lago y dónde comenzaba la tierra firme.
Posteriormente, el mandatario acudió al centro de emergencias en Raleigh (Carolina del Norte), donde las autoridades locales coordinan la respuesta al huracán.
Allí anunció más ayuda federal: mil soldados que llegaron hoy a Carolina del Norte para colaborar en las tareas de recuperación y explicó que el personal de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA) está ofreciendo alojamiento temporal gratuito a los residentes desplazados, además de proporcionar alimentos y bebidas.
Biden aprovechó para aludir a unos comentarios que hizo esta semana el expresidente Donald Trump, quien afirmó de manera falsa que el Gobierno federal no estaba respondiendo a la destrucción del huracán, una acusación que las autoridades locales niegan.
Sin mencionar el nombre de Trump, el mandatario pidió dejar atrás las disputas políticas ante desastres de esta envergadura.
“En un momento como este, debemos poner la política a un lado y eso es lo que hemos hecho aquí. No hay demócratas ni republicanos, solo estadounidenses. Y nuestro trabajo es ayudar a la gente como podamos, tan rápido y de manera tan exhaustiva como sea posible”, afirmó Biden.
A casi 500 kilómetros al sur, en Augusta (Georgia), se encontraba Harris, quien se enfrentará a Trump en las elecciones del 5 de noviembre.
La vicepresidenta visitó el barrio de Meadowbrook para ver el impacto del huracán y hablar con algunos vecinos afectados, incluida una familia y un empresario.
Posteriormente, dio una rueda de prensa en la destacó la labor de asistencia de la Administración y anunció que, durante los próximos tres meses, el Gobierno federal reembolsará a las autoridades locales el 100 % de los costes en los que incurran para la retirada de escombros.
“He venido aquí para examinar la devastación, que es extraordinaria, particularmente en términos de pérdida de vidas, de normalidad y de recursos críticos”, afirmó Harris, quien reconoció el “dolor” provocado por el huracán.
También agradeció al personal de emergencias su labor de ayuda en todas las comunidades afectadas, incluida Augusta, donde el 60 % de los residentes carecen de electricidad y muchos tampoco tienen agua corriente.
El viaje de Harris suponía una oportunidad para mostrar que puede acudir al rescate del país ante cualquier desastre, un papel clave para cualquier presidente de EE.UU. y en el que Biden se siente especialmente cómodo por su habilidad para mostrar empatía a los afectados por una tragedia.
La Casa Blanca ha explicado que la decisión de desplegar a Biden y Harris por diferentes lugares es para llegar al mayor número posible de zonas afectadas. Como parte de esta estrategia, el presidente tiene previsto extender su recorrido este jueves, visitando áreas dañadas por el huracán en Florida y Georgia.