Toronto (Canadá), 16 sep (EFE).- Claudia Sainte-Luce ha estrenado en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) su último film, “Amor y matemáticas”, una sutil comedia en la que la directora mexicana denuncia la creciente uniformidad de la clase media de su país.
En una entrevista con Efe en Toronto, rodeada de los dos principales protagonistas de “Amor y matemáticas”, Roberto Quijano y Diana Bovio, la directora se muestra satisfecha de la acogida que su película ha tenido en el festival.
“Estaba muy ansiosa antes de la función, porque siempre es como desnudarte en frente de todos”, explicó Sainte-Luce, para añadir a continuación que tras la reacción del público, que se rió durante gran parte de la película, se ha quedado muy satisfecha.
Es la tercera vez que Sainte-Luce estrena un filme en el festival de Toronto, considerado como uno de los más importantes del mundo. Anteriormente acudió a la muestra con su ópera prima, “Los insólitos peces gato” (2013), y “La caja vacía” (2016).
“Amor y matemáticas” es la primera película de Sainte-Luce en la que la directora no ha escrito el guion, que es obra de Adriana Pelusi.
“Para mí significaba un reto porque era ponerme la ropa de otro, ya que estoy acostumbrada a escribir mis historias y a dirigirlas. Pero también quería salir de mi zona de confort”, declaró la realizadora.
En la cinta, Quijano da vida a un músico, Billy Lozano, que tras una breve carrera con un solo éxito de superventas trata de encontrarse a sí mismo tras casarse y tener un hijo. Su rutina únicamente se ve alterada con la llegada de Mónica (Diana Bovio) y su familia a la urbanización donde vive Billy.
Escrita en tono de comedia, la cinta es una aguda crítica a la homogeneización de la clase media mexicana y busca romper moldes.
“Las películas que mayormente se ven en festivales y en plataformas hablan de la violencia en nuestro país. No quiere decir que no tengamos que hablar de eso, pero sí que no necesitamos hacerlo siempre. Hay otras realidades”, explicó la directora.
“Hay una clase media que es numerosa y que vive en una burbuja. Y su sueño es ir a la plaza el fin de semana y casarse y hacer una carne asada”, continuó.
“Nos estamos volviendo cada vez más uniformes, una masa global. Ya no hay individualidad”, concluyó.
Para conseguir transmitir esa uniformidad, Sainte-Luce rodó la totalidad de la película en una urbanización cuyas viviendas estaban todavía en construcción. Casas unifamiliares todas iguales cuyo diseño las hace indistinguibles de las que se pueden encontrar en Estados Unidos o en Europa.
Sainte-Luce reconoció con humor que el principal problema que tuvo durante el rodaje lo causó uno de los “actores”.
“Lo detesto, lo detesto. No me edites”, declaró la realizadora con un gesto de hastío y entre risas en referencia al perro chihuahua que la familia de Billy Lozano tiene como mascota.
“El pinche perro, atacaba a todo el mundo e incluso mordió a su dueña. Me tuvieron que prestar unos guantes para agarrarlo y colocarlo en la escena”, explicó mientras señalaba en sus brazos los lugares en que el perro la mordió.
“Me hizo sufrir mucho”, terminó entre risas.