Matamoros (México), 13 may (EFE).- La llegada de 150 migrantes haitianos este viernes a un refugio en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, fronteriza con Estados Unidos, ha provocado la saturación del lugar, con espacio para 250 personas, y una crisis por la falta de recursos.
Los activistas que mantienen el lugar señalaron que están impedidos de recibir a más personas y familias e incluso, dijeron, analizan reducir de tres a una comida diaria para continuar operando.
Más de 150 migrantes, una gran mayoría originarios de Haití, algunos centroamericanos y mexicanos, llegaron hoy al sitio, ubicado al sur de la ciudad de Matamoros, que se ubica a unos kilómetros de la frontera entre México y Estados Unidos, para pedir se les diera acceso mientras logran cruzar a la Unión Americana.
“No tienen dónde quedarse, tienen que rentar habitaciones o dormir en la calle. Se lo he dicho a la cónsul de Estados Unidos que es problema de ellos y no los veo aquí haciendo algo al respecto. Ese es el trabajo de ellos, pero lo tenemos que hacer nosotros” declaró el director del refugio, Abraham Barberi.
Antes de operar como albergue, el edificio era un centro religioso, pero a raíz del Campamento Migrante, que estaba en el margen del río Bravo y fue clausurado hace más de un año, se propuso que este lugar diera protección a unos 60 extranjeros y desplazados mexicanos.
Sin embargo, ante las circunstancias se tuvo que aceptar a los migrantes que llegaban de otros países de Centro y Suramérica a México.
Barberi, líder religioso, informó que no cuentan con capacidad para resguardo, ya son 250 personas, entre niños, mujeres y adultos, que viven en ese lugar, lo que ha reducido el espacio y ha mermado en los alimentos, como los insumos diarios.
“Ojalá el gobierno haga algo porque no han hecho nada, esto se mantiene por donaciones y no vemos ningún apoyo de autoridades”, expresó el activista.
Los migrantes al enterarse de que no había oportunidad de habitar temporalmente en el sitio optaron por retirarse a buscar alquilar una vivienda o insertarse en alguna casa con compatriotas o, en última opción, pernoctar en la calle a la deriva de la delincuencia que flagela este municipio fronterizo.
Otro factor a considerar fue que la pandemia, y su afectación a la economía, provocó que las donaciones al refugio disminuyeran y en los cálculos que tienen los activistas se avizora que hasta agosto podrán sostener la asistencia y después podrían cerrar.
“Estamos pensando seriamente, aquí se les da tres veces al día la comida, que les vamos a quitar las dos comidas y solo vamos a dejar una para que pueda rendir un poco más”, mencionó el encargado del refugio, Samuel Isaí Reyna.
Linel Jolivens, de Haití, y su familia han observado cómo llegan sus compatriotas y migrantes de otros países suplicando asistencia, pero al no existir posibilidad, tiene que encaminarse a otro punto de la localidad para encontrar el apoyo que requieren.
Ellos mismo están desesperados, llevan cuatro meses en ese punto y se les termina la esperanza de pasar a territorio estadounidense para, principalmente, encontrar solución al padecimiento de una de sus hijas, quien ha desarrollado una enfermedad en uno de sus ojos.
“Ellos no pueden hacer nada por ella porque no tienen material, pueden hacerlo en otros países, pero no aquí en México”, dijo.
De continuar el movimiento de migrantes por esta frontera, activistas han advertido que será complicado prestar servicios a las familias que a pesar del cierre de los puentes internacionales por parte del gobierno norteamericano, continúan extendiéndose por el norte de México.
La región vive un flujo migratorio récord hacia Estados Unidos, cuya Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) detectó a más de 1,7 millones de indocumentados en la frontera con México en el año fiscal 2021, que terminó el 30 de septiembre.
Pero México también ha afrontado críticas por el despliegue de más de 20.000 elementos de las Fuerzas Armadas en la frontera norte y sur para retener a los migrantes, de los que deportó a más de 114.000 en 2021.