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Ambientalistas urgen modernizar central nuclear en Florida ante crecientes riesgos

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Miami (EE.UU.), 16 jul (EFE).- Grupos ambientalistas y la tribu Miccosukee han pedido modernizar la central nuclear de Turkey Point, en el estado de Florida (Estados Unidos), que suministra electricidad a millones de personas en Miami, advirtiendo sobre su vulnerabilidad a los efectos asociados de la crisis climática, incluido el aumento de huracanes.

La central, que fue inaugurada en 1970, está ubicada exactamente frente a la costa del océano Atlántico y apenas le separan unos 40 kilómetros de Miami, lo que ha elevado los llamamientos de las organizaciones a aumentar los preparativos para evitar futuros riesgos ligados al aumento de temperaturas, el alza del nivel del mar y la intensidad creciente de huracanes.

“Turkey Point es muy vulnerable por muchos factores, pero no podemos olvidar lo más importante: hay más de tres millones de personas viviendo a un radio de 50 millas (80 kilómetros) a la redonda”, afirma a EFE Rachel Silverstein, directora ejecutiva de Miami Waterkeeper, una de las organizaciones no gubernamentales que vigilan la salud de las aguas de la zona.

Silverstein alerta de que las instalaciones han sufrido el paso del tiempo desde el huracán Andrew, que azotó el sureste de Estados Unidos en 1992 causando gran devastación, y señala además que el incremento del nivel del mar, unido a que muchas zonas de la central no están elevadas, suponen un riesgo.

“Si un huracán categoría cinco impacta la zona, el muro de contención no podrá frenar una gran marejada”, expresa por su parte Curtis Osceola, asesor principal de políticas del presidente de la tribu Miccosukee, cuya población lleva siglos asentada en la zona natural de los Everglades, próxima a la planta. 

La central niega cualquier riesgo

Desde la empresa dueña de la planta, Florida Power & Light (FPL), niegan tales peligros, y aseguran que en los últimos años han reforzado sus instalaciones y sistemas.

“El huracán Andrew nos impactó de frente y la planta no sufrió ningún daño estructural. Además, tras el desastre de Fukushima, toda la industria de energía nuclear nos hemos dado a la tarea de reforzar todas nuestras instalaciones y sistemas para evitar cualquier peligro”, dice a EFE la portavoz de FLP, Desiree Ducasa.

La central nuclear japonesa de Fukushima fue afectada por el terremoto y el tsunami de Japón de 2011, que desató un accidente nuclear de gran magnitud.

Pero Ducasa asegura que la planta está situada 6,1 metros sobre el nivel del mar, “protegida contra el oleaje ciclónico”. No obstante, el huracán Katrina de 2005 llegó hasta 8,5 metros en la costa del estado de Misisipi.

Para este año, la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) ha pronosticado una temporada de huracanes “extremadamente activa” en el Atlántico, con entre 17 y 25 tormentas con nombre.

Además, la Organización Meteorológica Mundial ha advertido que la temperatura de los océanos en 2024 superó los 21°C de promedio global, el nivel más alto desde que existen registros, lo que puede aumentar la frecuencia de huracanes.

Otro de los factores de riesgo que señalan los grupos ambientalistas es la elevada edad de la central nuclear con dos reactores, cuya licencia de operación fue extendida por la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) hasta los 80 años, lejos de los 40 o 60 que son habituales para el resto de plantas. La decisión fue apelada por Miami Waterkeeper.

“Cada año que opera es un año más de riesgo acumulado”, avisa Osceola. 

Muy cerca del agua potable

Otro de los peligros asociados a la central es su cercanía con respecto a varias fuentes de agua potable.

Según Waterkeeper, el sistema de canales de enfriamiento al aire libre de 273,6 kilómetros de extensión de la central está siendo afectado por el alza de las temperaturas, lo que contribuye a una pluma hipersalina afectando a la flora y la fauna del área, como el cangrejo de río cavernícola de Miami.

Una “pluma” en términos hidrogeológicos es una masa de agua contaminada que se extiende gradualmente bajo tierra, adoptando una forma característica que recuerda a una pluma de ave cuando se visualiza en mapas geológicos.

“Se han detectado distintos niveles de isótopos radiactivos de tritio, lo que evidencia el riesgo que representa la planta”, indica Silverstein. Si el agua con alta salinidad llega a contaminar el acuífero de Biscayne, se perdería una fuente vital de agua potable para un millón de residentes del área.

Aunque Ducasa admite que la empresa no podrá cumplir con las metas de reducción de la pluma para 2028, insiste en que “los canales están más sanos que nunca”, y asegura que la vida silvestre en la zona está rebosando, comenzando con las poblaciones de cocodrilos americanos, que hasta hace poco estaban en peligro de extinción.

Asimismo, subraya que la central cuenta con un pozo de inyección profunda para gestionar el agua residual” y su “constante monitoreo ambiental” muestra avances en la contención de la pluma salina.

La solución, según los grupos ambientalistas y la tribu Miccosukee, es que FLP y su empresa matriz, NextEra Energy, consideren la conversión de Turkey Point a tecnología moderna de torres de enfriamiento, eliminando gradualmente el uso de los problemáticos canales de agua salada.

Sin embargo, el camino es complicado debido a las estrictas regulaciones y a los altos costes que implicaría la modernización de una planta envejecida.

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