Nueva York, 22 may (EFE).- El Gobierno de Donald Trump ha prohibido a la Universidad de Harvard matricular en adelante a estudiantes extranjeros, en una grave escalada en el conflicto que los enfrenta desde hace varios meses por cuestiones ideológicas y que ha hecho de Harvard la punta de lanza del antitrumpismo en Estados Unidos.
La decisión ha sido comunicada en una carta remitida este jueves a Harvard y firmada por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, que reza: “Les escribo para notificarles que, con efecto inmediato, el programa de la Universidad de Harvard de Estudiantes y Visitantes Extranjeros ha sido revocado”.
“Esto significa que Harvard ya no puede matricular a estudiantes extranjeros y que los estudiantes extranjeros actuales deben trasladarse o perderán su estatus legal”, anota un comunicado del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés).
La universidad ha reconocido el daño que esa medida le puede suponer: “Esta acción de represalia amenaza con dañar gravemente a la comunidad de Harvard y al país, al igual que socava nuestra misión académica e investigadora -dijo al The New York Times Jason Newton, director de relaciones con los medios de la institución.
Si embargo, se dijo “comprometido a mantener nuestra capacidad de alojar a estudiantes y académicos internacionales, que proceden de más de 140 países y enriquecen inconmesurablemente la universidad y la nación”.
No está claro el alcance inmediato del “traslado” para los estudiantes que actualmente se encuentran cursando una carrera. Según la información que provee la propia universidad, en este curso actual hay inscritos 6.793 estudiantes extranjeros, que equivalen al 27,2 % del cuerpo estudiantil.
La matrícula en Harvard es de 59.320 dólares para el año escolar que comienza a finales de este año, y los costos pueden ascender a casi 87.000 dólares si se incluye alojamiento y comida, según el mismo rotativo. Esto da una idea del golpe económico que puede suponer para Harvard la prohibición de matricular a extranjeros.
Antisemitismo y penetración del Partido Comunista Chino
A las habituales acusaciones de tolerar o promover el antisemitismo en sus campus, hoy el Gobierno de Trump introdujo un nuevo elemento, como es el de la presunta injerencia china: “Esta Administración -continúa el comunicado del DHS- considera a Harvard responsable de fomentar la violencia y el antisemitismo, y de coordinarse con el Partido Comunista Chino en su campus”.
Al igual que ha razonado con la concesión o revocación de visados, el DHS ha calificado la matriculación de extranjeros como “un privilegio”: “Es un privilegio, no un derecho, que las universidades matriculen a estudiantes extranjeros y se beneficien de sus mayores pagos de matrícula para aumentar sus multimillonarias dotaciones. Harvard tuvo muchas oportunidades de hacer lo correcto. Se negó”, anota Noem.
Esta quiebra de lo “correcto” lo define así el DHS: dice que la elitista universidad “ha creado un ambiente inseguro en el campus al permitir que agitadores antiestadounidenses y proterroristas acosen y agredan físicamente a personas, incluyendo a muchos estudiantes judíos”.
Las acusaciones de antisemitismo -y de conductas de presunto apoyo a Hamás- son el principal argumento de la carta del DHS, pero también se incluyen las políticas de inclusividad y de discriminación positiva para las minorías, que el DSH califica de “racistas” (en probable alusión a un sesgo contra la mayoría blanca).
“Que esto sirva de advertencia a todas las universidades e instituciones académicas del país”, advierte Noem en ese documento.
Harvard ha sido, de lejos, la universidad que con más vehemencia se ha opuesto a las medidas de control de la Administración Trump en los campus, en la contratación de profesores, en la oferta de cursos y en la confección de programas.
Pero esa oposición ha tenido para Harvard literalmente un precio muy alto: solo en lo que va de mayo, el gobierno le ha retirado primero 2.200 millones de subvenciones federales, y una semana después otros 450 millones.