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Migrantes sin refugio ni certeza en la frontera de México pese al fin del MPP

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Matamoros (México), 12 ago (EFE).- El “Dulce Refugio Shelter”, que abrió en la frontera mexicana con Estados Unidos cuando inició el programa de Protocolos de Protección a Migrantes (MPP), cerrará por falta de recursos, un reflejo de la incertidumbre de decenas de miles de migrantes en la zona a pesar del fin de esta política.

Migrantes centroamericanos permanecen en el albergue "El Dulce Refugio Shelter" ayer, en la ciudad de Matamoros, en Tamaulipas (México). EFE/ Abraham Pineda-Jácome

El albergue en Matamoros, Tamaulipas, en la frontera de México con Brownsville, Texas, dejará de operar el próximo 20 de agosto por la imposibilidad de ofrecer alimento y acogida a cientos de familias, sobre todo de Centroamérica, pero también de otras regiones.

Abraham Barberi, director del albergue "El Dulce Refugio Shelter", habla entre una entrevista con Efe ayer, en la ciudad de Matamoros, en Tamaulipas (México). EFE/ Abraham Pineda-Jácome

“Desafortunadamente, por razones económicas, vamos a tener que cerrar el albergue. Desde que nos dimos cuenta de que no podemos mantener abierto decidimos ya no aceptar gente”, cuenta este viernes a Efe el director del “Dulce Refugio Shelter”, el pastor bautista Abraham Barberi.

UN FIN INCIERTO

El refugio cerrará después de que el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés) prometió el lunes eliminar el MPP o “Quédate en México”, que el expresidente Donald Trump instaló en 2019.

Esta política ha impactado a más de 75.000 migrantes en la frontera de México, donde los solicitantes de asilo deben esperar mientras se resuelve su caso en Estados Unidos, según datos del Comité Internacional de Rescate (IRC, en inglés).

“Los individuos ya no se están registrando en el MPP y los individuos que actualmente están en el MPP en México serán desinscritos cuando regresen a su próxima cita en la corte”, afirmó el DHS el lunes tras la orden del juez de Texas que permitió el fin del programa.

Pese a esta promesa, la incertidumbre es palpable en el “Dulce Refugio”, donde los migrantes se niegan a dar declaraciones por temor a su seguridad y a las políticas migratorias de Estados Unidos, en particular a lo que ven como persecución en Texas.

“Ya era hora de que hicieran algo, pero aún así no hay solución concreta. ¿Qué va a pasar con los que están aquí, cuál es el siguiente paso?”, cuestionó Barberi.

UN ALBERGUE EN MEDIO DE LA CRISIS

Matamoros ha sido uno de los epicentros de la crisis humanitaria por el flujo migratorio récord hacia Estados Unidos, cuya Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) ha detectado a más de 1,7 millones de indocumentados en lo que va del año fiscal 2022, que inició en octubre pasado.

Ante este flujo y el inicio del MPP, solicitantes de asilo buscaron protección en la iglesia Esencia Urbana, en el sureste de Matamoros, donde Barberi es conocido como el “pastor de hip-hop” por ser anfitrión de conciertos cristianos.

De ser un albergue con popularidad internacional, ahora es un lugar que afronta la escasez en parte, según el pastor, porque la mayor parte de la asistencia internacional se ha redirigido a la guerra en Ucrania y existe un cansancio de activistas que aportaban a “Dulce Refugio”.

Las comidas de tres porciones pasaron a solo ser guisados con algunas tortillas y un vaso de agua de sabor para los últimos 120 niños y adultos que quedan.

Ahora serán canalizados al nuevo Centro Integrador de Migrantes, coordinado por el Gobierno federal, si así lo deciden.

“He pedido ayuda al Gobierno americano, al Gobierno mexicano, pero no hemos recibido apoyo”, expresó Barberi.

Tras la noticia del cierre, los migrantes están a la expectativa de lo que les depara el futuro inmediato. Y, en charlas informales, porque se niegan a hablar por seguridad, han externado su preocupación ante los últimos días que estarán bajo ese techo.

La iglesia donde está el “Dulce Refugio” ahora se perfila para ser un punto transitorio, un espacio para otorgar recursos legales para los que ansían llegar a territorio estadounidense y, posiblemente, pasar un máximo de dos días, pero nada está definido aún.

“No dependemos del Gobierno, dependemos de Dios”, manifestó el pastor.

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