Montreal (Canadá), 25 abr (EFE).- Las amenazas de Donald Trump contra Canadá van a tener como una de las grandes víctimas el soberanismo en Quebec, y su representante en Ottawa, el Bloque Quebequés, perderá un buen número de asientos en el parlamento nacional en las elecciones del próximo lunes, según todos los sondeos electorales.
Si en el parlamento saliente el Bloque tenía 33 escaños, récord histórico, las encuestas de intención de voto le dan en los comicios de lunes un máximo de 20 escaños.
En una región que define sus señas de identidad por la lengua francesa, Trump ha arremetido ya dos veces contra este hecho diferencial: primero, al declarar las políticas lingüísticas canadienses -con todas sus garantías para el bilingüismo y la obligación de las empresas que inviertan u operen en Canadá de etiquetar en francés- como una “barrera no arancelaria” y por eso mismo 'castigable' con aranceles.
Segundo, y esto pasó más desapercibido, cuando Trump declaró el inglés como lengua oficial de Estados Unidos y eliminó, por ejemplo, la página de la Casa Blanca en español, lo que en Quebec se sintió como una prueba más del 'rodillo lingüístico' inglés: los comentaristas recordaron entonces lo que había sucedido a la lengua francesa en Nueva Orleans y Luisiana (territorios históricamente francófonos), donde desapareció.
En brazos del federalismo
Los analistas políticos están todos de acuerdo en que los quebequeses, que llevan medio siglo subrayando sus diferencias con los demás canadienses, se han arrojado esta vez en brazos del Estado y eso explica que también en la llamada 'bella provincia' el Partido Liberal vaya a ganar de forma contundente en detrimento del Bloque Quebequés.
Y es que Canadá, desde los tiempos de Pierre Trudeau (quien dominó la política canadiense en los años setenta y ochenta), se define por sus especificidad cultural y su protección a la lengua francesa, aunque eso no haya impedido la aparición de un soberanismo quebequés que siempre pide más.
Esta es una de las grandes paradojas de estas elecciones “de un solo tema”, como las define la politóloga Brooke Jeffrey, de la Universidad Carney, en conversación con EFE, junto a otra paradoja curiosa: que un banquero como Mark Carney sea ahora el campeón del progresismo, cuando hace diez años ningún liberal habría depositado sus esperanzas en un hombre procedente de la gran finanza.
De todas formas, no está tan claro que éste desinflado del soberanismo sea definitivo, pues otro analista del mismo centro académico llamado Dónal Gill cree que este apoyo de los separatistas a los liberales es meramente táctico y no significa que hayan abandonado a largo plazo sus aspiraciones separatistas.
A la espera del tercer referéndum
Quebec ha celebrado en su historia dos referéndums de autodeterminación: en 1980, donde el “no” a la independencia fue contundente, y en 1995, donde ganó por los pelos, y desde aquella cita los soberanistas no han tirado la toalla para celebrar una tercera cita en un futuro impreciso.
Sin embargo, en las calles de Montreal -la mayor ciudad de Quebec y la segunda ciudad de Canadá, con más de cuatro millones- lo que se aprecia es un reparto bastante equilibrado y natural entre francófonos y anglófonos en los cafés, en el metro o en las calles. Es decir, dista mucho de ser una sociedad monolingüe que pueda echarse en manos del independentismo, y menos cuando todos los canadienses sienten ahora una amenaza existencial.
“Otra cosa que ha logrado Trump -reflexiona Brooke Jeffrey- es hacer que todos los canadienses nos sintamos de repente preocupados por las mismas cosas, dejando de lado nuestras diferencias. Después de todo, si Canadá creció como estado como un islote de protecciones -a sus lenguas, a sus servicios sociales, a su sanidad-, lo hizo por oposición a Estados Unidos, y ahora esto es más verdad que nunca”.
A todo este sentimiento de zozobra pocos parecen escapar: solo un joven llamado Guillaume, de 25 años y abordado cuando recién sale de una entrevista de trabajo, reflexiona de manera distinta: “Tanto miedo con Trump…. si después de todo se ha hecho enemigo de todo el mundo, pronto se va a olvidar de nosotros. Me parece mentira que los canadienses, por su culpa, hayan olvidado de pronto el desastre económico en que nos ha dejado el Partido Liberal”.