Antonio Torres del Cerro
París, 29 nov (EFE).- Una marca secular que vivió su apogeo en los años 70 y 80 del siglo pasado, cuando su gallo estampado en la camiseta de la selección argentina de Maradona de 1986 dio la vuelta al mundo. Le Coq Sportif, emblema deportivo francés por excelencia, vive su enésima crisis de este siglo XXI en busca de nuevos inversores que garanticen su futuro.
Bajo administración judicial desde hace una semana por su situación de insolvencia, la marca fundada en 1882 no ha logrado capitalizar económicamente el éxito de haber equipado a la delegación francesa en los Juegos Olímpicos de París (275.000 piezas, entre ellas las de competición y entrenamiento).
Con un capital controlado en un 75 % por el grupo de inversión suizo Airesis, las pérdidas de Le Coq Sportif no han dejado de aumentar en 2024. En el primer semestre fueron de 18,2 millones de euros, frente a los 10,5 millones del mismo periodo de 2023. Y eso a pesar del préstamo de 2,9 millones que recibió del propio Comité de Organización de 2024 y de otro de 12 millones del Estado francés a mediados de este año.
La empresa no ha tenido más remedio que pasar bajo el amparo de un tribunal durante seis meses en los que espera sanear sus cuentas y encontrar “nuevos inversores y socios estratégicos que puedan asegurar la actividad”. En juego están también 330 empleos directos y una deuda de 5,3 millones de euros que le reclama la Federación Francesa de Rugby (FFR).
La marca de Maradona y Butragueño
Lejos de los agobios financieros de hoy, la firma había brillado en los años 70 y 80, cuando vestía a equipos como el Saint-Étienne de Michel Platini o al tenista francés Yannick Noah al ganar Roland Garros en 1984.
Pero su gloria fue internacional. El logo del gallo pasó a la historia al estar estampado en la camiseta albiceleste del mundial 1986 de México, donde Maradona levantó la copa y marcó un antes y un después en la historia del fútbol.
La selección de fútbol de España también firmó con Le Coq Sportif (que se podría traducir como 'el gallo deportista'). La empresa francesa vistió al combinado español del mundial de 1986. El líder del aquel conjunto, un joven Emilio Butragueño, inmortalizó al gallo en su país gracias a los cuatro goles que anotó en los octavos ante Dinamarca.
La globalización de los 90 ¿Qué factores han influido en la decadencia de la marca? Para el especialista en industria del deporte, Vincent Chaudel, la firma francesa no supo adaptarse a tiempo a los cambios productivos de la globalización.
“A finales de los 80 y principios de los 90 empezó el declive justo cuando despuntaban marcas como Nike”, expone a EFE Chaudel.
Le Coq fabricaba sus productos en Francia, mientras que Nike lo hacía fuera de Estados Unidos. “Francia tiene unos de los costes laborales más caros del mundo, lo que lleva a que el margen de beneficio sea mucho menor que el de Nike”, señala el consultor.
Nike y Adidas se erigieron en los 90 en una suerte de duopolio mundial en este mercado. Marcas como Sergio Tachinni, Fila, Reebok y Ellesse -célebres en los 80- quedaron internacionalmente marginados. Apenas la alemana Puma ha dado señales de disputar hoy en día la supremacía del 'big-two'.
Otro error estratégico de Le Coq -según Chaudel- ha sido querer “fabricar francés sin que sea algo exclusivo”. Algo que sí ha sabido hacer la marca de zapatillas ON Running, de la que Federer es accionista, incide el experto: ON, fundada en Suiza en 2010, dispone de una gama de artículos deportivos a un precio algo más alto que el del mercado.
Le Coq tiene seis meses para volver a renacer. ¿Qué opciones hay en el mercado? El especialista en márketing se imagina una, por muy remota que pueda resultar.
“La familia Arnault (dueña del mayor conglomerado de lujo del mundo LVMH) acaba de comprar el París FC. Podría ser una solución”, especula.