Washington, 27 jul (EFE).- La Casa Blanca minimizó este miércoles la idea de que Estados Unidos vaya a sumergirse en una recesión, aunque se está preparando para la publicación mañana, jueves, de los datos del Producto Interior Bruto (PIB) del segundo trimestre del año, que se espera que sean negativos.
“Nos estamos preparando para esto de la misma forma en la que nos preparamos ante cualquier informe importante, pensando en cómo afecta a las familias”, dijo en una entrevista con Efe Jared Bernstein, uno de los asesores económicos del presidente estadounidense, Joe Biden.
Bernstein argumentó que las “familias no comen PIB” y que lo que importa es examinar cómo la situación económica afecta a sus empleos, sus salarios y al precio de la gasolina o la comida.
Algunos analistas y organismos apuntan a que los datos que publicará mañana la Oficina de Estadísticas Laborales (BEA) mostrarán un retroceso económico en el segundo trimestre de 2022, que se sumaría al del primer trimestre, en el que el ritmo anual de la caída se situó en el 1,6 %.
En concreto, la Reserva Federal de Atlanta estima que habrá una bajada del 1,2%, mientras que IHS Markit, una de las consultoras más importantes de Wall Street, estima que será del 1,3%.
Tradicionalmente, se considera que una economía ha entrado en recesión cuando encadena dos trimestres seguidos de caída del PIB; pero Bernstein argumentó que hay otros factores como la fortaleza del mercado de trabajo o el gasto de los consumidores, ambos en buen estado, que deberían tenerse en cuenta.
“La idea de recesión está definida por los economistas como una bajada de la actividad económica amplía y persistente. No es necesariamente dos trimestres de bajada del PIB, especialmente si esas bajadas son leves”, aseveró Bernstein, quien sin embargo dijo no querer pintar una “imagen demasiado amable” de la situación.
Reconoció que hay familias que están sufriendo por la elevada inflación, en niveles no vistos desde 1981, y explicó que el Gobierno de Biden está trabajando con el Congreso para ayudar directamente al pueblo estadounidense, por ejemplo, rebajando el precio de los medicamentos.
En Estados Unidos, donde la inflación alcanzó en junio el 9,1 %, el mercado laboral se mantiene en buen estado con una tasa de desempleo del 3,6 % -una situación prácticamente de pleno empleo- durante los últimos cuatro meses, mientras que el gasto de los consumidores se mantiene en auge en señal de reactivación económica tras la pandemia.