Bakú, 12 nov (EFE).- El secretario general de la ONU, António Guterres, pidió hoy en Bakú durante la ceremonia de apertura de la COP29 nuevos gravámenes para el transporte marítimo y la aviación, así como la extracción petrolera y gasística, como una forma innovadora de ayudar a los países pobres a financiar la costosa transición climática.
“Los contaminadores deben pagar”, dijo Guterres en su discurso de apertura, que centró en gran medida en los problemas de financiación que el mundo en desarrollo encuentra para llevar a cabo su transición de los combustibles fósiles a las energías renovables, cuando además son los países pobres los que menos contribuye al calentamiento global.
Guterres, que ha puesto la crisis climática en el centro de sus preocupaciones desde su primer mandato, recurrió de nuevo a la retórica alarmista para subrayar la urgencia de tomar decisiones: “Escuchemos el tictac del reloj: estamos en la cuenta atrás para limitar el aumento de temperaturas a 1,5 grados, y el tiempo no está de nuestro lado”.
Recordó que el mundo ya ha alcanzado su récord de día más caliente, también su mes más caliente “y este va a ser con certeza el año más caliente”, vaticinó, y echó mano de un sondeo de la Universidad de Oxford y el PNUD según el cual un 80 % de los ciudadanos del mundo quieren más acción climática: “Científicos, activistas y jóvenes piden cambio; escuchémoslos”, exclamó.
También recurrió a uno de sus argumentos favoritos, como es el de unir la emergencia climática con las desigualdades sociales: “Los ricos causan el problema y los pobres pagan el precio más alto”, y al hilo de esto rescató un informe de Oxfam según el cual “los multimillonarios más ricos emiten en una hora y media más carbono que el que emite una persona promedio en toda su vida”.
Y recordó los problemas que afrontan los países pobres para concebir una adaptación a las energías no contaminantes: “La brecha entre necesidades de adaptación y finanzas puede llegar a 359.000 millones en 2030”, y esto significa que los países en desarrollo deberán destinar un mínimo de 40.000 millones anuales desde 2025 con ese objetivo, lo que no podrán por sí solos.
“La financiación climática no es caridad; es inversión”, razonó, de nuevo dirigiéndose a los países ricos.
Guterres no señaló a ningún gobierno con el dedo pero lanzó un dardo contra aquellos países o políticos que se aferran a los combustibles fósiles: “La revolución de la energía limpia está aquí. No hay grupo, ni negocio, ni gobierno que pueda pararla”, advirtió.
Y recordó que el mundo entero está asistiendo a “una clase magistral de la destrucción climática”, pues los que no han sufrido huracanes, han padecido calores sofocantes que arrasan con la biodiversidad, inundaciones que se llevan por delante vidas e infraestructuras, o sequías que condenan al hambre a países enteros. “Ningún país está a salvo”, resaltó.