Nueva York, 4 sep (EFE).- Frances Tiafoe, Jessica Pegula y Emma Navarro son tres de los cuatro semifinalistas estadounidenses en este Abierto de Estados Unidos con un marcado e histórico sabor local, pero su camino a la cima del tenis no ha podido ser más diferente.
Tiafoe, hijo de refugiados de Sierra Leona con pocos recursos, comparte espacio con Pegula y Navarro, provenientes de dos familias multimillonarias, en unas semifinales en las que también estará su compatriota Taylor Fritz.
Desde 2003 no se veía a cuatro estadounidenses en las semifinales de un 'grand slam'. En aquella ocasión se dio también en el Abierto de EE.UU. y esa vez, hace ya 21 años, fue también la última en que hubo un campeón masculino con barras y estrellas: Andy Roddick.
Tiafoe es el único de los cuatro que ya conoce lo que son unas semifinales en el Arthur Ashe Stadium. Fue en 2022 con una enorme actuación en el Abierto de EE.UU. en la que eliminó a Rafa Nadal en octavos y solo cedió ya en la antesala de la final ante el futuro campeón, un jovencísimo Carlos Alcaraz.
A diferencia de los orígenes repletos de ceros en las cuentas bancarias de Pegula y Navarro, Tiafoe forma parte de una familia de Sierra Leona que llegó a EE.UU. en los años 90 huyendo de la guerra civil en su país.
Él nació en Hyattsville (Maryland) en 1998 y fue precisamente en ese estado en el que entró en contacto con el tenis desde muy pequeño y casi por casualidad.
Su padre trabajó en la construcción del Junior Tennis Champions Center en College Park (Maryland) y posteriormente fue contratado como responsable de mantenimiento.
Dado que vivía en las instalaciones, Frances y su hermano Franklin, que dividían su tiempo entre su padre y su madre, crecieron rodeados de raquetas -lecciones gratis incluidas- y el ahora número 20 del mundo no tardó en destacar por su talento en la pista.
“La familia lo es todo para mí. Haría cualquier cosa por mi familia. Juego a este deporte a alto nivel por mi familia. Esa es una de mis mayores motivaciones cada día. Mi familia incluso no puede creer que estemos en esta posición”, dijo el año pasado en una entrevista con The New York Times.
Pegula y Navarro, ventaja de partida
Radiante tras haber fulminado en cuartos de final a la española Paula Badosa, Emma Navarro reconoció este martes en una rueda de prensa la ventaja de partida que tuvo en su carrera por ser la hija de Ben Navarro, un banquero con una inmensa fortuna de unos 1.500 millones de dólares, según la revista Forbes.
“Tuve acceso a pistas de tenis desde pequeña. Podía entrenar con otros niños. Tuve entrenadores que me ayudaron, por supuesto”, dijo la tenista de 23 años y número 12 de la WTA.
“Creo que muchos niños tienen ahora acceso a eso, especialmente en EE.UU., y está guay que nuestro deporte crezca y más y más niños tengan recursos como esos. Pero por supuesto (los recursos de mi familia) desempeñaron un papel en permitirme estar donde estoy. Estoy superagradecida de que tuve esos recursos como niña”, añadió.
Ben Navarro, tras ser vicepresidente de Citigroup, fundó Sherman Financial Group y creó el banco Credit One. Su éxito en las finanzas también le ha llevado a las inversiones deportivas y, concretamente, al tenis puesto que es el propietario del WTA 500 de Charleston y del Masters 1.000 y WTA 1.000 de Cincinnati.
Un origen muy similar es de Pegula: una familia con muchísimo dinero y también con muy destacados intereses deportivos.
Su padre es Terry Pegula, que creó un imperio energético a través de la compañía East Resources con inversiones en petróleo y gas. Según Forbes, su descomunal fortuna asciende a 7.700 millones de dólares, lo que le coloca entre las 400 personas más ricas del mundo.
Uno podría pensar que ser el padre de la tenista que ocupa en estos momentos la sexta posición de la clasificación mundial de la WTA sería la principal conexión de Terry Pegula con el mundo del deporte.
Nada más lejos de la realidad, ya que la familia Pegula es la propietaria de dos franquicias de la NFL y la NHL: los Buffalo Bills de fútbol americano y los Buffallo Sabres de hockey sobre hielo.
De 30 años, Pegula camina por el lado opuesto del cuadro al de Navarro, por lo que Flushing Meadows podría vivir este sábado una final femenina entre dos neoyorquinas y también dos millonarias.
David Villafranca