La Paz (México), 16 jul (EFE).- Un suelo “sano y esponjoso”, capaz de dar “tiempo” al agua para que se infiltre, es clave para el aprovechamiento de la lluvia en México, señala el director del programa de control de erosión en el Rancho Cacachilas (norteño estado de Baja California Sur), Gabriel Patrón, en una entrevista este martes con EFE.
La sierra de las Cacachilas, ubicada en el sureste de La Paz, capital estatal, se caracteriza por su ecosistema desértico, una condición que, a raíz de la colonización de la zona, de la tala descontrolada de “muchos árboles maderables” y del cambio climático, se ha acentuado, con una consecuente mala absorción del agua.
“Hay mucha gente trabajando en este tipo de obras” para mejorar esta situación, reconoce Patrón.
Y, si bien cada infraestructura tiene particularidades en función del régimen de lluvias o el tipo de terreno, “el principio es el mismo: retener las tierras para que el suelo esté esponjoso, con vida y que tengas más tiempo de que el agua se filtre”.
Las lluvias en Baja California Sur son “muy escasas” y aparecen, principalmente, durante el verano, pero el total anual no sobrepasa los 200 milímetros (mm), y el clima predominante es muy seco, según detalla el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Además, la presión de la actividad turística es notoria en un estado, que, con una población de prácticamente 800.000 personas, recibió cuatro millones y medio de turistas por vía aérea en 2022, que se suman a los 3,8 millones que llegaron por vía terrestre, según cifras del Gobierno estatal.
“Toda el agua de esta zona (…) proviene del acuífero de San Juan de los Planes”, desgrana el especialista, cuya recarga de agua proviene de la lluvia que cae en la parte alta de la sierra.
Para frenar el impacto de la desertificación y el impacto del consumo humano, influenciado por la presión turística en la zona, se crearon unos muros de contención, llamados gaviones, en los arroyos que “ayudan a disminuir la velocidad del agua” para que se pueda filtrar mejor hacia los acuíferos, lo que también revitaliza la flora y la fauna de la zona.
Según datos del Rancho Cacachilas, gracias a los gaviones “se infiltra hasta un 30 % más de agua” y, también, se favorece la formación de nubes, pues “hay una gran cantidad de vegetación” a su alrededor que “produce humedad”.
“Te ayuda a que el agua pase por allí para que, eventualmente, llegue al acuífero”, compara Patrón.
Las primeras obras en 2010
La construcción del primer gavión en el Rancho Cacachilas, respaldado por el colectivo de organizaciones Innovaciones Alumbra, se remonta a 2010, una experiencia que se ve en la flora que habita la sierra.
“El primer cambio es muy visual: la cobertura vegetal”, señala el experto, que ahora es “más verde” fruto del agua que fluye por el arroyo.
Esta es otra gran revolución de la zona porque, en estas fechas, donde los termómetros pueden tocar los 35 grados, el líquido vital sigue manando.
La construcción de los gaviones se combina con una ganadería gestionada de manera holística, que implica que los animales van rotando su estancia para garantizar que la vegetación de una zona concreta no se agote.
De hecho, Patrón afirma que “es bueno” tener ganado, pues aporta muchos beneficios tanto para la gestión del agua como para el cultivo de plantas, pero requiere del establecimiento de controles y de unos “tiempos bien medidos”.
Preguntado sobre cómo llevar los aprendizajes del Rancho Cacachilas a las grandes urbes, como la Ciudad de México o Monterrey, en el norteño estado de Nuevo León, el experto celebra que, a lo largo y ancho del país, se están explorando métodos específicos para abordar la crisis hídrica.
Estos se enfocan hacia el uso de la tecnología y la conciencia sobre el uso del agua, elementos que pueden “complementarse” con la experiencia adquirida “en la parte alta de la montaña” en el sureste de La Paz.