Redacción Deportes (EE.UU.), 17 abr (EFE).- Pensar en los Juegos Olímpicos es hacerlo principalmente en atletas jóvenes, y hacerlo en relación a Estados Unidos supone habitualmente una historia de éxito.
Pero la de Jimmer Fredette no es ni una cosa ni la otra, sino la de un jugador de baloncesto de 35 años que busca colgarse el oro en la modalidad de tres contra tres, jamás conquistada en la versión masculina por su país.
En el caso del 3×3, en Estados Unidos no hay un programa específico de preparación a nivel estatal, por lo que es el deportista quien se ocupa de su preparación y de sus entrenamientos asumiendo todos los costos de preparación.
En el caso de Fredette, al no estar seleccionado por la selección de baloncesto tradicional de Estados Unidos, entrena en torneos breves de 3×3 y 5×5 para llegar listo a los Juegos.
Sólo en Tokio 2020 se organizó esta modalidad, y si bien las chicas sí hicieron sonar el himno estadounidense consiguiendo la medalla de oro, en masculino ese honor le correspondió a Letonia. Es un pequeño territorio todavía por conquistar que tendrá su espacio el próximo verano entre los intereses del equipo de Estados Unidos.
Fredette ya consiguió subir a lo más alto del cajón en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023, además de haberse proclamado también campeón de la Americup en Miami 2022 y colgarse la medalla de plata en el Mundial de Viena organizado por la FIBA.
El éxito que no logró en la NBA le viene ahora recompensado con la cmiseta del ‘Team USA’, porque tras pasar sin pena ni gloria por hasta cinco franquicias de la mejor liga del mundo, así como por la G League, continuó su carrera deportiva emigrando para jugar en Shanghai.
En China logró ser diferencial, promediando 34.7 puntos por partido, y ganándose también un contrato de dos temporadas con Panathinaikos, de los cuales únicamente cumplió uno. Pero su gran éxito con esta experiencia más allá de la frontera estadounidense fue desarrollar también otras habilidades fuera de la cancha que a día de hoy le convierten en un emprendedor, y en un perfil de deportista profesional poco habitual.
El tiempo que Fredette dedica a entrenar es mínimo, lo justo para competir en ligas privadas y reunirse en fechas determinadas con sus otros tres compañeros del equipo nacional de tres contra tres. Como él mismo ha manifestado en varias entrevistas, los Juegos Olímpicos son una motivación máxima pero el tiempo para su familia y sus negocios es a día de hoy el más relevante en cantidad y calidad.
Un ‘rara avis’ que dista mucho de la disciplina y exigencia de las gimnastas, o los numerosos compromisos y pruebas a superar de los atletas. El calendario es distinto, pero el objetivo es, pese a todo, exactamente el mismo, colgarse el oro en París.
Después de rechazar una propuesta para regresar a la liga china, hacer más dinero vestido de corto y vivir en Shanghai, la familia ocupa ahora, sin embargo, la mayor parte de su tiempo, pero lejos de pensar que su carrera podría estar llegando a su fin por sus nuevas inquietudes, había dos objetivos claros en su mente: el primero ya lo consiguió, clasificarse para París 2024, el segundo viene después en forma de medalla de oro, y sigue trabajando en ello.
Recientemente Fredette lanzó un fondo de inversión con el objetivo de recaudar 50 millones de dólares para encontrar un ‘unicornio’. Su nombre es ‘Tandem Ventures Fund’, recibió el apoyo y la asesoría de Ryan Smith, propietario de los Utah Jazz, y tiene por objetivo buscar compañías y proyectos de tecnología en sus primeras fases para ayudarles a desarrollarse y financiarse.
Es por esto que el perfil de Fredette no es el del deportista implicado al máximo en su disciplina y trabajando sin detenerse, sino el de alguien que tiene muy claras sus prioridades, representando en primera persona la globalidad de los Juegos, donde hay sitio para todos, incluso para empresarios de éxito.