Naciones Unidas, 16 abr (EFE).- La ONU ha perdido en siete meses a dos enviados a países africanos en conflicto, quienes han dimitido ante la imposibilidad de seguir adelante con sus mandatos, enfrentados a problemáticas enquistadas donde la diplomacia tiene poco margen de actuación.
El último en presentar su dimisión este martes ante el Consejo de Seguridad ha sido el enviado para Libia, el senegalés Abdoulaye Bathily, tras llevar poco más de un año y medio en el cargo. Precisamente su predecesor, el eslovaco Jan Kubis, también hizo lo propio solo diez meses después de aceptar el puesto.
Bathily lamentó hoy, en declaraciones en Nueva York, que en Libia existan “dinámicas internacionales” que convierten de nuevo al país en un “campo de batalla” de una “renovada lucha” de actores internos y externos.
El diplomático senegalés acusó a los líderes libios de querer mantener el “status quo” y estar “cómodos” en la posición que han adquirido en esta década de transición, desde el derrocamiento del dictador Muamar Gadafi en 2011.
Pero también criticó abiertamente la falta de respaldo que ha recibido durante su mandato: “Necesitábamos el apoyo de todos los actores internacionales y regionales para lograr resultados significativos. Desafortunadamente, se ha visto en el trasfondo de esta crisis caminos paralelos de diferentes actores extranjeros que socavaron el esfuerzo de la ONU”, afirmó.
El precedente de Sudán
En septiembre de 2013, el enviado de la ONU para Sudán, Volker Perthes, también presentó su renuncia, que fue aceptada de inmediato por António Guterres, quien llegó a decir que éste tenía “motivos muy firmes para dimitir”.
En el caso de Perthes, su imposibilidad para seguir en el cargo se debía a que fue boicoteado por una de las partes en conflicto, el gobierno de facto en el poder en Jartum.
En junio de 2023, Perthes fue declarado “persona non grata” por el Gobierno sudanés. La ONU no reaccionó entonces a la designación, pero dejó claro que este tipo de etiquetas no se aplican a su personal.
Abdelfatah Al Burhan, líder del consejo militar que gobierna Sudán, llegó a pedir a Guterres la deportación de Perthes, al que acusó de “desinformar” acerca de un posible consenso sobre el acuerdo marco, y le pidió que eligiera “una alternativa”.
Otros enviados en la cuerda floja
Hay al menos dos enviados más de la ONU en países africanos cuyo puesto pende de un hilo por distintas razones, en ambos casos en medio de conflictos que tienen pocos visos de resolverse.
En el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura cuenta cada vez con menos apoyo del gobierno de Rabat, que recientemente lo criticó por haber viajado a Sudáfrica pese a la oposición expresa de Marruecos; además, el gobierno marroquí no deja de declarar públicamente que tiene la potestad de definir el trabajo y los límites de acción de De Mistura.
Y en Mali, el mauritano El Ghassim Wane se mantiene a duras penas en el cargo después de que el gobierno golpista de Bamako obligara a la misión de cascos azules (Minusma, que también encabezaba Wane) a salir del país, una retirada que se consumó el pasado 31 de diciembre.
Desde entonces, Wane encabeza solo la misión civil ante un gobierno que es cada vez más reticente a lo que llama la injerencia extranjera, que no le ha impedido forjar una sólida alianza con Rusia.