Washington, 29 sep (EFE).- La cuenta atrás se acelera. Estados Unidos se acerca cada vez más a un cierre de Gobierno que podría tener graves consecuencias económicas y que parece inevitable debido al bloqueo de los republicanos afines al expresidente Donald Trump (2017-2021).
A las 00.00 horas del domingo 1 de octubre, la Administración pública se quedará sin fondos, lo que llevaría al cierre de la mayoría de las agencias gubernamentales, museos y parques nacionales, mientras que 1,3 millones de militares y cientos de miles de funcionarios dejarían de percibir su salario.
Además, según Goldman Sachs, el cierre podría afectar a la economía estadounidense, reduciendo el producto interno bruto (PIB) entre 0,15 y 0,2 puntos porcentuales por cada semana que dure.
Pese a las graves consecuencias, parece imposible llegar a un acuerdo. Estas son las claves que explican por qué:
La rebelión del ala afín a Trump
El principal obstáculo son los republicanos afines a Trump, que se agrupan bajo el llamado “Freedom Caucus” (El Caucus de la Libertad) y que están echando un pulso al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, a quien consideran demasiado moderado.
Muchos miembros del “Freedom Caucus” se opusieron a nombrar a McCarthy como líder de la mayoría republicana en la Cámara Baja en enero e, incluso, establecieron condiciones para su nombramiento, incluido un cambio de las reglas para que cualquier republicano pueda convocar una votación para destituirlo.
Además, para ser elegido líder de la mayoría republicana, McCarthy se comprometió a reducir el gasto de la Administración.
Sin embargo, en junio, cuando EE.UU. estaba al borde de un incumplimiento de su deuda soberana, McCarthy llegó a un acuerdo con Biden mediante el cual el Congreso permitió que el Ejecutivo siguiera tomando dinero prestado para sus deudas, pero a cambio de límites específicos en el gasto gubernamental.
Los legisladores afines a Trump se sintieron traicionados por ese acuerdo y ahora están pidiendo más recortes. En concreto, buscan establecer un límite de gasto público de 1,47 billones de dólares para el año fiscal 2024, lo que supone 120.000 millones de dólares más en recortes de lo acordado.
El “Freedom Caucus” puede ejercer ese tipo de presión sobre McCarthy porque los republicanos tienen una mayoría muy estrecha en la Cámara y el liderazgo necesita el apoyo de todos ellos para aprobar cualquier medida.
McCarthy busca otras opciones
Como resultado, McCarthy se encuentra en una posición comprometida. En los últimos meses, ha hecho concesiones a ese ala dura del partido, abriendo por ejemplo un juicio político a Biden a pesar de sus reticencias iniciales. Pero nada parece suficiente para contentar a este grupo.
Este viernes, McCarthy intentó sin éxito aprobar un proyecto de ley que habría financiado a la Administración por un mes adicional, hasta el 31 de octubre, pero que contenía límites a programas de asilo y recortes a todas las partidas, excepto a la de seguridad fronteriza.
En contra de ese proyecto votaron los demócratas que se oponen a esas provisiones sobre la frontera y los republicanos del ala dura, que rechazan cualquier medida para mantener operativa la Administración y siguen las instrucciones de Trump, quien esta semana los instó a resistir y provocar el cierre del Gobierno.
McCarthy, sin embargo, no se rinde y está buscando otras alternativas para financiar el Ejecutivo. “Esto no se ha acabado aún. Tengo otras ideas”, afirmó este viernes.
El Senado, a paso de tortuga
Mientras McCarthy intenta unir a las distintas facciones de su partido, la mayoría de los senadores republicanos coinciden en la necesidad de mantener operativa la Administración y han alcanzado un acuerdo con la mayoría demócrata en esa cámara para extender los fondos durante seis semanas, hasta el 17 de noviembre.
El proyecto de ley del Senado ya ha superado un voto de procedimiento, pero su contenido no podrá someterse a votación al menos hasta el domingo, cuando la Administración ya estaría cerrada.
El proceso no ha podido agilizarse por el bloqueo del senador republicano Rand Paul, quien se opone al proyecto porque incluye ayuda adicional para Ucrania.
La Casa Blanca: “Un trato es un trato”
Con la situación en punto muerto, la Casa Blanca ha echado la culpa de cualquier cierre de Gobierno a los “extremistas” afines a Trump y ha exhortado a McCarthy a poner orden en sus filas para que todos los republicanos acepten el acuerdo al que él llegó en junio con Biden.
“Nosotros hicimos un trato y un trato es un trato”, reafirmó este viernes la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, durante una rueda de prensa.
Según Jean-Pierre, Biden ha rechazado por ahora reunirse con McCarthy, con quien no ha tenido contacto desde hace semanas.
Sin embargo, el presidente permanecerá en Washington este fin de semana en lugar de dirigirse a su residencia en Delaware, con la intención de seguir de cerca la situación.