Nueva York, 26 abr (EFE).- Las acciones del First Republic Bank, uno de los bancos más afectados por la reciente crisis, continuaban hundiéndose este miércoles en las operaciones electrónicas previas a la apertura de Wall Street, después de que ayer cayeran casi un 50 %, tras dar conocer sus cuentas, que muestran la enorme pérdida de depósitos que sufrió y su difícil situación financiera.
Una hora antes de la apertura de la Bolsa, sus acciones caían otro 15 % y algunos analistas mostraban su temor a que pudiera contagiar al sector.
La entidad, que en marzo tuvo que ser rescatada por otros bancos con una inyección conjunta de 30.000 millones de dólares presentó sus resultados trimestrales al cierre bursátil del lunes e inmediatamente comenzó a descender en picado.
Ayer, al cierre en la Bolsa de Nueva York, las acciones habían perdido un 49,37 %, hasta quedar en 8,10 dólares.
A comienzos de marzo, antes de que el First Republic se viese contagiado por el pánico desatado tras el colapso del Silicon Valley Bank (SVB), esos mismos títulos cotizaban por encima de los 120 dólares.
El banco, que tradicionalmente sirve sobre todo a clientes adinerados, perdió durante la crisis bancaria que se registró en marzo casi 100.000 millones de dólares en depósitos.
Contando los 30.000 millones aportados por otros bancos para estabilizar la situación, el First Republic tenía al cierre del primer trimestre 104.500 millones de dólares en depósitos, un 40 % menos que antes.
El First Republic sufrió además una fuerte caída de su facturación y de sus beneficios y, aunque el banco asegura que la situación está estabilizada, el panorama de cara al futuro es complejo por los grandes préstamos que tuvo que solicitar para hacer frente a la salida de depósitos.
Dado que muchos de los préstamos que había dado previamente a clientes tienen largos plazos y bajos tipos de interés, los analistas advierten de la difícil situación a la que se enfrenta la entidad.
Para intentar salvar su negocio, First Republic anunció el lunes un plan de ahorro que incluirá un recorte de entre el 20 % y el 25 % de su plantilla, recortes en la compensación de sus ejecutivos, menos espacio de oficinas y una rebaja de proyectos no esenciales.