Washington, 11 abr (EFE).- El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó este martes que Rusia crecerá este año un 0,7 %, cuatro décimas más de lo pronosticado anteriormente, pese a las sanciones de gran parte de la comunidad internacional que tratan de minar su economía como reacción a la invasión de Ucrania.
El Fondo rebajó, sin embargo, el crecimiento para el próximo año en ocho décimas, hasta el 1,3 %, todo ello después de que su economía se contrajera el 2,1% el año pasado.
El organismo presentó hoy su nuevo informe de perspectivas económicas, que actualiza las publicadas en enero, en el marco de las reuniones de primavera que celebra la institución esta semana en Washington.
Según explicó en una conversación con medios el director de investigación del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, el crecimiento de Rusia de 2023 es fruto de “un remanente importante de la actividad en 2022”, año en el que se han tomado “medidas fiscales muy fuertes” y en el que “mucho del gasto fiscal estuvo relacionado con los gastos militares”.
Además, “está ligado a las exportaciones de energía”, por lo que “la expectativa es que estas exportaciones de energía vayan a disminuir considerablemente” porque “hay un precio más bajo al que Rusia puede estar vendiendo su petróleo” y porque “no está vendiendo tanto gas natural a Europa”.
Por ello, lejos de pensar que las sanciones no están teniendo efecto, el FMI estima que para 2027, cinco años después del comienzo de la guerra, la economía rusa será “un 7% más pequeña de lo que hubiera indicado el pronóstico anterior a la guerra”, señaló Gourinchas.
“El efecto acumulativo es bastante fuerte, mientras que se espera que la mayoría de las otras economías se recuperen y se acerquen al pronóstico anterior al 2022”, afirmó.
Las consecuencias de la guerra de Rusia contra Ucrania son una de las principales razones del bajo crecimiento mundial estimado por el Fondo, el 2,8 %, una décima menos que lo pronosticado en enero.
“La invasión rusa de Ucrania y la guerra en curso provocaron graves conmociones en los precios de las materias primas y la energía y perturbaciones comerciales, lo que provocó el comienzo de una reorientación y un ajuste significativos en muchas economías”, apunta el Fondo en su informe.
La evolución de la guerra será vital para el crecimiento mundial, especialmente para el de Europa.
Después de que el pasado invierno se lograra evitar “una crisis de gas” gracias al buen almacenamiento en Europa y a la menor demanda por el clima “atípicamente templado”, una escalada de la guerra “podría desencadenar una nueva crisis energética en Europa y exacerbar la inseguridad alimentaria en los países de bajos ingresos”, alerta el fondo.
Un posible aumento en los precios de los alimentos, si falla la iniciativa de granos del Mar Negro, “pesaría más sobre los importadores de alimentos, particularmente aquellos que carecen de espacio fiscal para amortiguar el impacto en los hogares y las empresas” y con ello “el malestar social podría aumentar”.
La guerra de Rusia contra Ucrania está provocando además una fragmentación global y ha aumentado las tensiones geopolíticas, dividiendo la economía mundial en bloques, con constantes barreras al comercio, señala el Fondo.