Tapachula (México), 19 mar (EFE).- Miles de niños migrantes que llegan a la frontera sur de México acompañando a sus padres en el éxodo de sus países enfrentan problemas como desnutrición, falta de acceso a alimentos y medicamentos, por lo que la ayuda de organizaciones no gubernamentales han sido un alivio y fortaleza para ellos y sus familias.
Martha González, una migrante hondureña, quien viaja con su esposo, su hija y cuatro niños menores, quienes han salido por los problemas de violencia y la inseguridad, ha sido una de las beneficiadas por estos grupos que ayudan a los migrantes en Tapachula, en el sureño estado mexicano de Chiapas.
“Aquí nos hacen saber que vivimos y tenemos cómo seguir para adelante y ahora, pues estamos buscando una nueva vida y estamos siendo atendidos en México”, dijo González a EFE.
González contó que enfermarse representa un verdadero viacrucis, porque son personas migrantes y lo más preocupante son los menores por lo que tienen que asirse de donde sea para conseguir los medicamentos.
Ante esta situación, organizaciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en alianza con Adra y el Comité de Ayuda a Desastres y Emergencias Nacionales (Cadena) brindan atención médica a migrantes que están en los albergues.
De acuerdo con cifras de la misma Unicef, tan solo en lo que va de 2023 han atendido a unos 4.000 niños migrantes en Chiapas.
Isabel Velasco Luna, jefa de la Unicef en Chiapas, indicó que desde el año pasado, han brindado 17.500 atenciones a niños con desnutrición, pues detalló que en la frontera sur, de unos 20 niños que llegan, dos vienen con algún grado de desnutrición.
Marcelino Urbina, un hondureño de 37 años, salió de su país por problemas políticos y la falta de empleo, con una sobrina y dos niños, quienes han logrado llegar a Tapachula para buscar asilo.
La familia Urbina ha encontrado la ayuda con las organizaciones gubernamentales, donde les han brindado kit de limpieza, despensa, medicamentos y atención médica.
“Somos conscientes que somos migrantes, y ellos (organizaciones no gubernamentales) no tienen una obligación con nosotros, pero lo han hecho, aunque no alcanza para todos en la espera de una oportunidad de poder trabajar en México”, dijo Marcelino.
Urbina no tiene la idea de migrar a los Estados Unidos como lo hacen miles de personas, ya que aseguró que si en México le otorgan papeles y puede trabajar se quedará en alguna entidad del norte.
Para migrantes como Marcelino y Martha, estos grupos han sido un alivio en su paso por territorio mexicano, ya que les brindan atención médica y cuentan con un programa basado en nutrición, dotan de agua limpia, entrega de kits de higiene, y lavado de manos a menores.
En este municipio fronterizo algunos de los retos que enfrentan el personal de la Unicef son el idioma, un esquema incompleto de vacunas y la presencia de enfermedades respiratorias y gastrointestinales.
En Tapachula se tiene un especial interés por la niñez en movilidad, por las condiciones en que llegan y desafortunadamente esto es constante a pesar de que las autoridades brindan todos los servicios y están a su máxima capacidad.
“Creemos que están rebasados y por eso es que nosotros trabajamos de la mano del Gobierno para fortalecer lo que ellos dan”, agregó, Velasco Luna.